En el sector hay 470 empresas que generan más de 45,000 empleos directos e indirectos
La industria del plástico en República Dominicana se encuentra en un proceso de transformación, impulsada por el marco jurídico vigente y la inversión privada en proyectos de reciclaje y sostenibilidad.
El plástico es visto como un material altamente contaminante, debido a su resistencia a la degradación en el medio ambiente, especialmente productos como el poliestireno expandido, llamado “foam”, y las botellas de tereftalato de polietileno o PET. Pero, avances tecnológicos y compromisos del sector industrial están modificando esta percepción.
Según la Asociación Dominicana de la Industria del Plástico (Adiplast), el sector está compuesto por más de 470 empresas, que generan aproximadamente 45,000 empleos directos e indirectos. Para 2024, las ventas locales superan los RD$59,000 millones y las exportaciones sumaron US$700 millones, posicionando al plástico como uno de los sectores manufactureros con mayor impacto en la economía local.
En 2021, el valor agregado total del sector plásticos, que incluye impactos directos, indirectos e inducidos, alcanzó los RD$65,899 millones, equivalente al 1.2% del producto interno bruto (PIB). Del total, el 53.3% corresponde al impacto directo, el 40.2% al indirecto y el 6.5% al inducido.
La promulgación de la Ley 225-20 sobre Gestión Integral y Coprocesamiento de Residuos Sólidos ha sido fundamental para encaminar la industria hacia un modelo de economía circular. Esta ley define productos prioritarios como el foam y los envases y embalajes plásticos, estableciendo obligaciones para su gestión y valorización.
El director ejecutivo de Adiplast, José María Munné, indicó que esta normativa ha generado un mayor potencial para el aprovechamiento de los residuos plásticos, ya que fomenta la recolección, separación y reciclaje, además de impulsar inversiones en plantas de reciclaje.
Actualmente, hay al menos tres proyectos industriales, incluyendo una planta en San Pedro de Macorís, que comenzará a operar en los próximos meses con capacidades para procesar entre 900 y 1,200 toneladas mensuales de PET reciclado, mediante tecnologías químicas certificadas para obtener materia prima de grado alimenticio. Esto permitirá, por primera vez en el país, reciclar localmente botellas PET para producir nuevos envases.
Degradación
En cuanto al foam, producto señalado por su impacto ambiental, el sector ha implementado el Biopacto, un acuerdo entre las empresas productoras para incluir aditivos biodegradables en el material. Esto garantiza que el fiam producido en el país sea capaz de degradarse en plazos menores que los estimados tradicionalmente.
Pruebas certificadas internacionalmente demuestran que un producto puede biodegradarse en aproximadamente tres años si es depositado en vertederos, y hasta en cinco años si termina en cuerpos de agua.
El sector privado también ha implementado medidas de autorregulación para reducir el uso de materia prima y aumentar el contenido reciclado en sus productos. Desde 2019, se han firmado acuerdos para promover el ecodiseño de botellas PET, incluyendo la transición a envases transparentes que facilitan su reciclaje.
En 2024, se estableció un nuevo acuerdo que establece un mínimo del 5% de contenido reciclado en botellas producidas por las empresas adheridas, una meta que supera los requerimientos legales nacionales.
Munné resaltó que uno de los desafíos para avanzar en la gestión adecuada de residuos es la falta de educación ambiental formal, a pesar de que la Ley 64-00 establece su inclusión en el sistema educativo desde el año 2000. A nivel legislativo, la Ley 225-20 contempla la responsabilidad extendida de productores, importadores y comercializadores, que obliga a las empresas a desarrollar campañas educativas y a contribuir a la recolección y manejo adecuado de residuos.
Aunque el país cuenta con un marco jurídico favorable, existen obstáculos para la consolidación de una economía circular efectiva. La infraestructura para la recolección y separación aún es insuficiente y es necesaria mayor inversión tanto pública como privada para ampliar la capacidad de valorización y reciclaje.
Sin embargo, Munné destacó que la puesta en marcha de las plantas industriales de reciclaje generará un efecto multiplicador, atrayendo inversiones nacionales e internacionales, facilitando la transferencia tecnológica y promoviendo la innovación en el sector.
Este desarrollo permitirá reducir la cantidad de residuos que terminan en vertederos, ríos o mares, mejorando la gestión ambiental.
Para los próximos cinco años, proyecta un avance en la economía circular del plástico en República Dominicana. La combinación de reciclaje mecánico y químico de alta tecnología permitirá producir envases con contenido reciclado certificado para uso alimenticio.
Oportunidad
Cristian Halaby, presidente de la Cámara Ambiental del Plástico de Colombia, sostiene que República Dominicana tiene condiciones para convertir el reciclaje en una oportunidad económica real si se impulsan líneas de crédito y se fomenta el emprendimiento en la recolección y transformación de residuos.
Plantea que los aditivos biodegradables y biopolímeros no deben verse como soluciones dentro de una economía lineal, sino como una alternativa complementaria a la economía circular. En su opinión, los productos plásticos deben estar diseñados para reciclarse primero, y en caso de quedar fuera del sistema formal, degradarse adecuadamente.
Esta estrategia no solo reduce impactos ambientales, sino que crea nuevas oportunidades productivas en un país que aún depende en gran medida de un modelo de producción que prioriza el consumo por encima del aprovechamiento de los recursos.
