El Dominicano

Si Putin quiere guerra, los rusos quieren paz, según sociólogo

Si Putin quiere guerra, los rusos quieren paz, según sociólogo

El Dominicano –Moscú.– Contra lo que pueda parecer, una amplia mayoría de rusos quiere que el presidente, Vladímir Putin, ponga fin cuanto antes a la guerra en Ucrania, aunque no renuncia a las ganancias territoriales obtenidas en los últimos tres años y medio, comentó a EFE el sociólogo Oleg Zhurabliov.

«¿Cuántos rusos apoyan a día de hoy el fin de la guerra? Más del 70 %, la mayoría de la sociedad», señaló el especialista del Laboratorio de Sociología Pública y actualmente profesor de la Scuola Normale Superiore de Pisa.

Eso sí, admite que muchos rusos desconocen qué es lo que está en juego en las negociaciones de paz con Ucrania que comenzaron a mediados de mayo en Estambul.

El deseo de que termine la guerra tampoco significa, ni mucho menos, que los rusos se arrepientan de que su país haya atacado Ucrania ni que siempre hayan estado a favor de la paz.

Hartazgo con la guerra

Zhurabliov admite que la sociedad rusa no es monolítica, pero se muestra convencido de que sólo un 10 % de sus integrantes apoya la conocida como ‘operación militar especial’, mientras otro 10 % está categóricamente en contra. El resto, más de dos tercios, ansía la paz.

El hartazgo con la guerra es indiscutible, pero también lo es que «la mayoría de rusos aún no han entendido el sentido y los objetivos de esta guerra», señala.

Los motivos pueden ser económicos, sociales o psicológicos -apoyar la paz ya no está mal visto-, pero también influyen las sanciones occidentales y factores más coyunturales como la llegada al poder en enero pasado del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que «impulsó el deseo de que la paz llegue lo antes posible».

Los rusos no marcan objetivos, ya que desconocen el alcance de la capitulación o rendición ucraniana de la que hablan tan a menudo los halcones y los ultranacionalistas como punto final de los combates.

«La gente aboga por negociaciones de paz, pero parte de ellos quiere que esas conversaciones se celebren en condiciones ventajosas para Rusia», explica.

Una paz victoriosa

En lo que coinciden muchos de los encuestados es en que Rusia no puede perder esta guerra. ¿Qué quiere decir eso? Es una pregunta aún sin respuesta, aunque el Kremlin tiene claro el acuerdo de mínimos: anexión de cuatro regiones, neutralidad ucraniana y freno a la expansión de la OTAN.

«La mayoría quiere que la paz llegue cuanto antes, algunos, a cualquier precio; otros, en condiciones aceptables para Rusia. Muchos no entienden qué condiciones son esas. Lo importante es que sean ‘buenas para Rusia'», explica.

A día de hoy, los rusos apoyan no tanto la campaña militar ni a Putin, como «los cambios socio-económicos» que ha traído consigo, lo que incluye no sólo el aumento de los salarios, sino también el crecimiento de la industria y la sustitución de las importaciones extranjeras por productos nacionales.

«Esa es la paradoja. La gente puede ser leal a Putin, porque lo ven como el político de la normalidad en el marco de una guerra anormal. Pese a la guerra, aumentan los salarios y la gente se ha vuelto más patriótica, pero no desde el punto de vista militar, sino un patriotismo blando», apunta.

Se refiere, principalmente, a aquellos que se han beneficiado de la guerra o más bien de la política «militarista keynesiana», en alusión a la famosa doctrina económica.

Es la nueva clase social que ha nacido con la guerra -los rusos vinculados con la industria militar- y que no quiere renunciar a sus ganancias, pese al coste que ha tenido en vidas humanas, que fuentes independientes cifran en un millón de bajas.

Dilema entre el pasado y el futuro

El dilema entre guerra y paz también se puede extrapolar al antagonismo entre los que quieren volver al estado de las cosas en la preguerra, antes del 24 de febrero de 2022, y aquellos que quieren empezar de cero en la posguerra.

Sea como sea, en opinión de Zhurabliov, los cambios que han acontecido en Rusia en los últimos 40 meses son, «sin lugar a dudas, irreversibles».

«Rusia ha cambiado mucho (…) Pese a la impopularidad de la guerra, muchos lo ven simplemente como algo malo que le ocurrió a Rusia, experiencia que ha conducido a la formación de un nuevo patriotismo», explica.

De ahí que, por ejemplo, familias no especialmente patrióticas participen como voluntarios en la fabricación de redes de camuflaje para los soldados que combaten en Ucrania.

El sociólogo también ha detectado la aparición de rusos que se han pasado a la oposición al Kremlin al sufrir el impacto económico negativo y no el positivo de la guerra.

Estos últimos «creen cada vez menos en que se puedan cambiar las cosas» en Rusia, apunta.

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