El interés por cuidar el medio ambiente ha permitido la creación de emprendimientos disruptivos que transforman problemas en oportunidades
El Dominicano El cambio climático es una realidad que pone en riesgo la vida en el planeta Tierra. Su impacto no solo está ligado al aumento de las temperaturas, sino que también provoca inundaciones, sequías, ciclones tropicales e incendios forestales que podrían causar la extinción de cientos de especies.
Según el informe Estado del Clima Global 2024, de la Organización Meteorológica Mundial, el año pasado fue el más cálido en los 175 años de registros de la institución, y los últimos diez años, de 2015 a 2024, han sido los más cálidos de los que se tiene constancia.
De acuerdo con el estudio, el cambio en el clima provoca enormes perturbaciones económicas y sociales causadas por fenómenos meteorológicos extremos y los impactos a largo plazo del calor récord de los océanos y el aumento del nivel del mar. Este panorama invita a reflexionar sobre qué pueden hacer las personas para mitigar estos riesgos.
Ante esta realidad, el oficial principal de Políticas en Desarrollo Territorial de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en América Latina y el Caribe, Luiz Beduschi, sostiene que “el emprendimiento sostenible es clave para responder a los desafíos que tenemos, ya que es fuente de innovación, permite impulsar economías locales y nacionales más sustentables, fortalece la gobernanza territorial, impulsa la seguridad alimentaria y nutricional y, además, permite que muchas personas salgan de la pobreza”.
Las empresas juegan un rol clave en la lucha contra el cambio climático, ya que pueden integrar prácticas sostenibles o diseñar modelos de negocio que busquen combatir uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En República Dominicana, el tejido empresarial formal está conformado por 120,280 empresas, siendo la mayoría del sector comercio (32.1%), seguido por actividades profesionales, científicas y técnicas (10.2%) y construcción (7.1%), según el Directorio y Demografía Empresarial Formal 2024, publicado por la Oficina Nacional de Estadística (ONE). En términos de estructura empresarial, las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) representan el 98.7% del total de unidades productivas.
La Encuesta Nacional de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (mipymes) 2022-2023, realizada por el Banco Central de la República Dominicana y el Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes (MICM), identificó 404,034 mipymes en el país, representando el 85.9% de las unidades económicas registradas inicialmente.
Los resultados arrojan que las mipymes generan el 32.0% del producto interno bruto (PIB) nacional y emplean a 3,052,449 personas. Esto representa el 61.6% del total de ocupados del país.
Estos datos evidencian el impacto del ecosistema emprendedor dominicano, que, como indica la presidenta interina del Consejo Directivo de la Red Nacional de Apoyo Empresarial a la Protección Ambiental (Ecored), Christy Luciano, “representa un gran valor para el país, ya que aporta ideas, valida modelos de negocio y ejecuta propuestas de manera ágil e innovadora”.
Luciano destaca que “fomentar el pensamiento crítico en los emprendedores desde una fase temprana permite orientar mejor sus esfuerzos, abordar los desafíos de manera más eficaz y avanzar hacia sus metas con mayor fluidez y menos obstáculos”.
La ejecutiva precisa que el ecosistema emprendedor, por su origen, naturaleza disruptiva y necesidad de diferenciarse, sí tiene una conciencia real sobre el papel de los negocios en el cumplimiento de los ODS. “Una característica común es que, desde el génesis de su emprendimiento, contemplan los elementos importantes en el mercado al que se van dirigiendo”.
Actualmente, los ODS impactan de manera transversal a todas las industrias, lo que ha impulsado una “conciencia real y optimismo” en contribuir al cumplimiento de metas nacionales, regionales y globales en materia de triple impacto.
ODS
Naciones Unidas indica que el desarrollo sostenible requiere un enfoque integral que tome en consideración las preocupaciones ambientales junto con el desarrollo económico.
En 2015, los países que forman parte de Naciones Unidas adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como parte de un llamamiento universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que para 2030 todas las personas disfruten de paz y prosperidad.
Los 17 ODS se han convertido en una hoja de ruta, donde se reconoce que la “acción en un área afectará los resultados en otras áreas y que el desarrollo debe equilibrar la sostenibilidad social, económica y ambiental”, apoyándose en la creatividad, el conocimiento, la tecnología y los recursos financieros para ser ejecutivos.
El tejido empresarial ha acogido los ODS para crear nuevas formas de producir y emprender. Beduschi señala que en los territorios rurales las comunidades están impulsando emprendimientos que promueven sistemas agroalimentarios más eficientes y resilientes.
Estos esfuerzos, de acuerdo con Beduschi, integran los conocimientos ancestrales de mujeres rurales y pueblos indígenas con los mercados locales y globales, fortaleciendo así su inclusión económica. “A este dinamismo también contribuyen los jóvenes, los agricultores familiares y las cooperativas, quienes adoptan tecnologías digitales e innovaciones para escalar sus prácticas sostenibles”.
Para Saiurys Bonnet, directora y fundadora de Una Vaina Verde, lo primero que los emprendedores deben procurar es entender que los ODS “son unas referencias internacionales”, que pueden servir de guía para impulsar sus negocios. Sin embargo, advierte que se deben escoger con cuidado cuáles tomarán como referencia, ya que una sola empresa no necesariamente podría impactar de forma directa todos los objetivos.
Recomienda escoger los que estén alineados con su tipo de negocio. “Si te enfocas en cuáles son los objetivos que tú realmente impactas, eso le da un realce reputacional a tu empresa y a tu emprendimiento”. Bonnet invita a no quedarse solo en el objetivo principal, sino a revisar las metas que impactan, para que sea creíble y puedan alimentar ese indicador.
Isalbry Brito, experta en ingeniería y gestión del agua, indica que el ODS escogido debe estar alineado con la visión y misión de la empresa. “Mientras tú veas que los objetivos cumplen con lo que tú estás buscando, tus indicadores van a alcanzar esas metas que están propuestas en cada uno de los ODS. Es simplemente enfocarse, concentrarse y ver qué va contigo y qué se acomoda a tu visión y tu misión como empresa”.
El Objetivo 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles es uno de los más empleados por las empresas que buscan tener una producción y consumo responsable. Bonnet precisa que suele estar presente “en todo lo que implica ganar dinero, porque se supone que tú ofreces un producto o servicio, el cual produces de forma responsable”.
Al destacar que las prácticas sostenibles deben abarcar el triple impacto: bolsillo, planeta y personas, invita a los emprendedores a analizar su tipo de negocio para ver qué pueden integrar y no “encajarlo” al ODS. “No intenten encajar su negocio a los ODS, sino que encajen los ODS al negocio”.
Prácticas
“Todo lo que hacemos y necesitamos proviene de la naturaleza y, de una u otra forma, la impacta”, señala Luciano, al destacar que es “imprescindible entender que el impacto ambiental no puede verse como una asignatura aislada, un programa puntual o una estrategia de marketing. Debe integrarse como un eje sistémico en el desarrollo de los negocios”.
El oficial de la FAO precisa que “los emprendedores en los territorios rurales y en los sistemas agroalimentarios pueden desarrollar prácticas innovadoras y sostenibles por medio de la implementación de tecnologías eficientes, ya sea para proteger los recursos naturales como para mejorar la logística de comercio; también pueden avanzar en la producción de alimentos endémicos de su respectivo territorio e impulsar un agroturismo que respete el medio ambiente”.
La presidenta interina de Ecored explica que, desde el inicio, los emprendimientos y las empresas deben cuestionarse cómo pueden reducir, mitigar y, más allá de eso, restaurar el impacto que generan en el entorno.
“Aquí es donde entra en juego la economía regenerativa: un enfoque que no se conforma con minimizar el daño, sino que busca generar un impacto positivo en los ecosistemas y comunidades”, señala.
A diferencia de los modelos tradicionales, la economía regenerativa promueve procesos circulares, resilientes y equitativos, capaces de renovar los recursos naturales, revitalizar los sistemas sociales y económicos, y fortalecer la relación entre las personas y el planeta. Adoptar esta visión nos permite construir una economía más consciente y duradera, y garantiza que podamos seguir habitando un país y un planeta donde todos tengamos oportunidades de bienestar, hoy y en el futuro.
Casos de éxito
La integración de la sostenibilidad y el emprendimiento requiere un enfoque que alinee el crecimiento económico con la resiliencia ambiental y social. De acuerdo con el Informe de Sostenibilidad y Emprendimiento GEM 2023/2024: Concienciación y Acciones, “es fundamental que los responsables políticos fomenten una cultura empresarial que priorice la sostenibilidad, integrándola como un valor fundamental en las empresas”.
Los datos del GEM revelan que los emprendedores que conocen los ODS tienden a utilizar estos objetivos definidos como referencia al establecer prioridades para su propio negocio.
En República Dominicana, existen múltiples casos de empresas que han adoptado la sostenibilidad como parte esencial de su modelo de negocio. Un ejemplo de esto es Capobianco Soluciones, una empresa pionera en el país en la fabricación y comercialización de madera plástica.
La empresa, fundada por Fermín Capobianco, ingeniero agrónomo y gestor forestal, nació de la necesidad de encontrar una alternativa más duradera y ecológica a los postes de madera utilizados en fincas ganaderas.
Actualmente, transforman alrededor de 3.5 toneladas de residuos plásticos por día, evitando la contaminación de ríos, lagos y mares, lo que contribuye a mitigar los efectos del cambio climático.
Gracias a la iniciativa de Capobianco, Laura Rojas, fundadora de Nature Power Foundation, transformó la vida de 50 familias a través del proyecto Nature Village, que busca cerrar las brechas de desarrollo en comunidades vulnerables mediante soluciones integrales.
El primer Nature Village fue inaugurado en 2021 en Padre de las Casas, Azua, en colaboración con el BID Lab y más de 25 aliados del sector público y privado. Este modelo incluye acceso a energía a través de la primera microcentral solar rural del país, un acueducto basado en fuentes naturales, generación de ingresos con piscifactorías de tilapia roja, viviendas construidas con perfiles de plástico reciclado y conectividad digital.
Las casas se construyeron con un modelo innovador que se apoya en madera de plástico reciclado. Gracias a este producto, cada vivienda recicla entre 6,000 y 7,000 libras de plástico.
“Este fue un proyecto piloto con 50 familias. Quisimos probarlo en una comunidad que no fuera demasiado grande que se escapara del control, pero que sí fuera una suma representativa donde pudiéramos medir el impacto”, indica, al precisar que “este modelo conllevó una inversión de unos RD$70 millones para la implementación. De esos 70 millones, el 20% fue mano de obra comunitaria y aportes comunitarios”.
A través de Nature Power Foundation, Rojas impulsa e-Delivery, una iniciativa que busca reducir la contaminación en Santo Domingo mediante la sustitución de motocicletas de combustión por motos eléctricas.
Interesado en la economía azul, Andrés Bisonó es otro joven visionario que emprendió para brindar soluciones a problemas medioambientales. A través de SOS Carbon, que fundó en 2018, combate el sargazo. Se apoya en el sistema LCM, con el que puede recolectar hasta 68,000 kilogramos de algas frescas, generando más de siete empleos directos.
